¿hay alguien ahí?

asier
4 min readFeb 7, 2024

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tranquilos, no es Orner

Es importante tener en cuenta que uno no siempre busca desaparecer cuando lee, olvidarse de todo, entretenerse, matar el tiempo. ¿Realmente las personas que dicen eso sienten que la lectura les aporta eso? ¿Realmente leen para eso? ¿desaparecer? Creo que no. Me gusta pensar que leemos porque ansiamos algo, porque buscamos y, aunque encontramos, seguimos anhelando. Deseando ese instante que le da ese pedacito de sentido a todo. Sobre el cuento ‘La ventana a la calle’ y Kafka Orner dice: Todo lo que necesita un hombre solitario es acercarse a una ventana que dé a la calle. En el deseo de saber qué se proyecta en la ventana está contenido absolutamente todo. Y es eso lo que ansiamos y perseguimos, lo que queremos y deseamos. Dice también: A veces leo un cuento y me quedo pensando en él durante horas, días, o si estoy con suerte, durante años. En la reflexión está todo. Lo mejor que tengo para ofrecerle a un cuento es el silencio nacido de la admiración. ¿No es acaso ese instante de iluminación, de pura admiración silenciosa, el que no paramos de ansiar y buscar constantemente en la lectura? A medida que voy leyendo me doy cuenta que sí, que lo que busco es esa reflexión, esa historia que perdura y flota sobre mí durante muchísimo tiempo. Que regresa involuntaria y poderosamente y que vuelvo a admirar una y otra vez. Como un rezo, como una plegaria que me susurra felicidad al oído. Kafka dijo alguna vez que la escritura es una forma de plegaria, escribe Orner, en este maravilloso libro la escritura y la lectura se mezclan, se convierten en uno. ¿No son sino complejas caras de la misma moneda?

Las disecciones de algunos de los cuentos favoritos de Peter se mezclan con su vida, con M y su mujer, su hija y con su padre, su siempre presente señor Orner. Este libro es una suerte de pequeña biblioteca que nos hace reflexionar y tomar notas, nos hace disfrutar de la búsqueda de un escritor por los detalles de los cuentos. Tengo que reconocer que no leo con tanta fijación, no me detengo a verle el extenso sentido a todas las frases y, por eso, admiro la capacidad que tiene Peter para observar y esa paciencia que permite que un libro respire de esa manera. Parafraseando a Welty, la ficción es el gran arte de mirar el mundo a través de la mirada de los otros. Orner nos deja sus ojos durante un ratito para poder disfrutar. Y qué ojos. Recordar un libro es como recordar a una persona. Cuando nos reencontramos con la materialidad de las palabras, todo cambia. Mediante los cuentos Orner articula el duelo de la muerte de su padre, trata de reconstruir los instantes materiales con los cuales ha ido construyendo su memoria, no solo para comprender sino también para que perdure un poquito más. Menciona esto de Wright Morris: ¿El pasado no es un cuento del que nos convencemos, por culpa de la ferocidad de la vida que vivimos en el presente? Y esto otro de Gallant: ¿Quizá todas las muertes son poco interesantes porque, en definitiva, todas crean el mismo silencio? No hay más preguntas, señoría.

Casi al final del libro Peter se pregunta, ¿Acaso pensar no es una forma de escribir, pero sin la necesidad de tener que comunicarse con alguien? Y me pregunto yo, ¿no es leer y/o escribir una manera de comunicarse con uno mismo? Siento que Peter se culpabiliza por no haber hablado más con su padre, que siente que lo podría haber hecho más, mejor, siempre más. Que necesita este libro diario biblioteca para escribir, pensar y repensar esa comunicación, ese pasado, con su padre. Y no solo como una revisión sino como una proyección, sobre su futuro y el futuro de su hija, y con su hija. Porque entender la relación con su padre le permite revisitar la relación con su hija, comprender que el tiempo está ahí, es todavía palpable, y que tiene que ser capaz de cogerlo, disfrutarlo y amarlo.

Creo que leemos para comprender, para estructura un pasado, presente y futuro que, en realidad, no somos capaces de abarcar en vivo. Él ha escrito para entender, qué pasó, qué fue y también, está claro, qué será. Porque solo cuidando el presente, mirando al pasado, disfrutaremos el futuro. Dice: Quizá escribimos para sentir las cosas que no podemos sentir. Quizá escribimos — y leemos — porque no prestamos suficiente atención. […] Kleist entiende que él no puede. ¿Por qué escribir si las palabras son tan planas y pálidas en comparación con lo que se le ofrece simplemente al mirar por la ventana? ¿Para soñar, disfrutar, reír, entender, comprender y aceptar?

¿Hay alguien ahí? Apuntes sobre vivir para leer y leer para vivir. Traducción de Damián Tullio. Chai editora.

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